miércoles, 23 de junio de 2010


No quise retenerlo, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerlo ahora mismo
mirando por encima de mi hombro lo que escribo.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa,
a cambio de sus besos y su prisa;
con el descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno...

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