Una voz ayer me conto de tarde muy tarde, que era el mes justo, la fecha indicada, y la hora pactada para que soltáse de un salto y de golpe casi por impulso al pasado. Y es que de golpe yo también me di cuenta que cada cosa en sus años y que lo que habia sido bueno ayer, ya no me servía hoy. Somos los mismos, y cambiamos tanto que somos irreconozibles. Y se termino, como se terminan las cosas...
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